martes, 18 de diciembre de 2012

DIA 14: VILLABRÁZARO-ASTORGA

Martes, 18 de Septiembre


La jornada de hoy se podría definir como una etapa de enlace con mucha pena y nada de gloria. Esta noche no he conseguido dormir de un tirón y me levanto con un dolor de piernas más intenso de lo habitual. Supongo que la fatiga muscular empieza  a pasar factura después de dos semanas de travesía.
Como el bar del pueblo abre demasiado tarde el desayuno se limita a un triste y malísimo zumo de naranja envasado.


Albergue de Vilalbrázaro


Así que comienzo el día pedaleando al ritmo que me permitían mis “piernas de madera”, es decir, muy pero que muy despacio. El paisaje está cambiando. El color amarillento de los campos de cereales va siendo sustituido por los tonos verdes de la vegetación ribereña. A los pocos kilómetros entro en la provincia de León y cruzo el río Órbigo por el puente de La Vizana.





Poco después llego a Alija del Infantado con la intención de desayunar como es debido pero el único bar con terraza que localizo no tiene pan a esas horas y me tengo que conformar con un par de magdalenas industriales para acompañar al colacao. Empiezo a sospechar que el día se va a hacer largo así que descarto distraerme más de la cuenta visitando el pueblo.

Alija del Infantado



A pesar de haberme detenido algo más de media hora en Alija, a la salida del  siguiente pueblo (creo recordar que era Genestacio) me veo obligado a parar de nuevo. Las piernas continúan doliéndome y sigo teniendo esa molesta sensación de estómago vacío.




Sobre la una de la tarde llego a La Bañeza y, aunque es relativamente pronto, opto por hacer un largo descanso y aprovecho para seguir metiendo calorías al cuerpo. Durante el par de horas largas que estuve descansando reconsidero el plan inicial de hacer noche en Rabanal del Camino (con lo “fino” que voy me temo que esos últimos veinte kilómetros picando hacia arriba se pueden convertir en un suplicio) y decido finalizar la etapa en Astorga.
A las tres y media me pongo de nuevo en marcha aunque no por mucho tiempo. A la salida de La Bañeza, justo a la altura de una gasolinera, noto que tengo la rueda trasera deshinchada. Otro para la colección. Esta vez necesito algo más de tiempo para subsanar el pequeño contratiempo. La válvula no está del todo perpendicular a la llanta por lo que tengo que desmontar la rueda para colocarla correctamente antes de hincharla.
Los últimos veinticinco kilómetros de la jornada los hago íntegramente por la Nacional VI. Carretera con largas rectas, poco tráfico y totalmente plana. Sobre las cinco de la tarde ya tengo a la vista Astorga.



Llegando a Astorga

Recorro al centro de la ciudad en busca de la plaza del ayuntamiento para a continuación detenerme frente al palacio episcopal de Gaudí. Y aquí experimento una curiosa y a la vez contradictoria sensación. Elegí esta ruta huyendo de la masificación del Camino Francés y sin embargo, al empezar a ver peregrinos, siento como si estuviera de nuevo en casa.



De todos modos, con el día “regular” que llevo y tras haber completado sobre el papel el Camino del Sureste (el que no se consuela es porque no quiere…)  decido premiarme alojándome en un céntrico hotel.
Cuando me dispongo a registrarme la recepcionista me mira de arriba a abajo con cara de “este se ha equivocado…”. La verdad es que plantarse en un hotel de cierto nivel con ropa ceñida, despeinado y barba de una semana no es la mejor tarjeta de presentación. Finalmente venzo las reticencias de la recepcionista cuando ve que soy capaz de construir una oración subordinada. Ya se sabe que las apariencias engañan.
Lo cierto es que las comodidades de la habitación me abruman después de tantos días pernoctando en lugares mucho más modestos. Me parece raro no tener que extender el saco de dormir. Como todo no va a ser perfecto, a esas horas ya no había servicio de lavandería así que tengo que hacer la colada en el lavabo. Sería de diseño pero cumplió aceptablemente su cometido.
Y para terminar de amortizar la inversión aprovecho la ducha para sacar el polvo a las alforjas. Por cierto. La ducha tenía tantos botones que casi tengo que llamar a recepción para que me explicaran cómo funcionaba. Decididamente tenían que haberme dicho que no tenían habitación y despacharme con una limosna, ja,ja,ja.



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