sábado, 1 de diciembre de 2012

DIA 12: MEDINA DEL CAMPO-ZAMORA

Domingo, 16 de Septiembre


Como ya es tónica habitual comienzo la jornada más tarde de lo previsto y eso que había que abandonar el albergue antes de las ocho. El motivo…………….tachán!!! La rueda trasera amanece pinchada. Así que me despido de mis compañeros de habitación y empiezo el día reparando el pinchazo nuestro de cada día.
Afortunadamente ayer, en un ataque de previsión, compré un par de cámaras con líquido antipinchazos. Son más caras y considerablemente más pesadas pero si hacen honor a sus prestaciones pues bienvenida sea la inversión y el sobrepeso. Así que cuando anoche regresé al albergue y pasé junto a la bici me quedé observándola pensando: “dos oportunidades te quedan y después………. el pinchar se va a acabar”. Pues la muy respondona ya ha agotado una de ellas.

La ruta seguida hasta ahora era, “problemillas” de orientación aparte, la prevista pero a partir de Medina del Campo se me planteaba una disyuntiva: continuar por el Camino del Sureste en dirección norte pasando por Villalpando y Benavente, o bien tomar el Camino de Levante hacia Zamora. O tomar una tercera alternativa, un poco más larga, visitando  Rueda y Tordesillas para luego girar al oeste hacia Zamora pasando por Toro.
Finalmente sigo los consejos de los otros bicigrinos y me decanto por dirigirme a Zamora siguiendo el Camino de Levante y de ese modo conocer, aunque sea de forma somera, otra ciudad histórica.
Para esta etapa simplemente disponía de una pequeña tabla de distancias entre poblaciones así que tomo la opción prudente de seguir la carretera CL-602, no vaya a ser que me despiste y acabe Dios sabe dónde.


Nava del Rey




La carretera tiene la desventaja que no siempre es el camino más corto y prueba de ello es que, tras pasar Nava del Rey, en lugar de llegar a Sieteiglesias de Trabancos aparezco en Alaejos. No hay mal que por bien no venga porque este desvío me permite contemplar las imponentes torres-campanario de las iglesias de San Pedro y Santa María, que se observan a varios kilómetros de distancia.


Alaejos.......................a lo lejos



A la salida de Alaejos me alcanza un ciclista de Zamora que aprovecha la ruta dominguera para ir a visitar a sus padres en un pueblo cercano. A estas alturas del mapa  cuando cuentas de dónde vienes empiezan a verte como un marciano. Lo cierto es que agradezco el rato de charla y compañía porque el perfil ondulado de este primer tercio de etapa  me está minando poco a poco las fuerzas.
Me despido del zamorano en Castronuño y, a partir de aquí ya es todo llano. Quizás demasiado llano. Y empiezo a tener una sensación desconocida hasta entonces. Estoy seguro que atravesando La Mancha he pasado por lugares más inhóspitos pero de repente, mientras enfilo una larga recta en dirección a Villafranca de Duero, empieza a pesarme la soledad. ¡Si hasta deseo que pase algún coche para que me saque del letargo!
Paro en el bar de Villafranca para ver si comiendo se me pasa la tontería pero la señora que lo atiende me dice, para mi pasmo, que no tiene nada de comer. Imagino que no tiene ganas de que un  cliente “volandero” interfiera con la comida familiar, por que tiene una mesa preparada………. Mientras comía lo poco que llevaba encima en un pequeño jardín de las afueras del pueblo recibo llamada de casa y la conversación se podría resumir en algo así como “si te falta mucho….”.  Pues todavía me quedan unos cuantos días para llegar a Santiago y eso implica agotar todas las vacaciones conmigo mismo. No recuerdo cuánto tiempo estuve en aquella plaza (una hora, quizás dos), descansando y, sobre todo, reflexionando.



Tras el rato de descanso/ meditación  me incorporo de nuevo a la carretera. Más rectas y más silencio hasta que un pequeño detalle me saca del sopor. El cuentakilómetros ha “resucitado” tras dejar de funcionar a  la salida de Ávila. Sé que es una tontería pero esa pequeña anécdota me levanta el ánimo, y justo a tiempo, porque todavía restan unos cincuenta kilómetros hasta el final de la etapa.


Toro



Cuando tengo a la vista la histórica ciudad de Toro (me dejo para otra ocasión la visita pero ver su silueta en lo alto ya impresiona) me vuelve a fallar el comodín del cincuenta por ciento. La dirección era la correcta pero hubiera sido más agradable ir junto a la ribera del Duero en lugar de seguir por otra carretera solitaria.




Rio Duero


Una vez superado un pueblo de nombre combativo (Peleagonzalo) cruzo el río Duero y llego a la carretera nacional. Zamora se ve a al final de una recta que se me hace eterna (calculo que rodé unos catorce kilómetros con la ciudad a la vista).



Mientras me voy adentrando en la ciudad pregunto por la ubicación del albergue, que se encuentra en la calle Cuesta de San Cipriano, junto a la iglesia del mismo nombre. A los primeros viandantes a los que pregunto ni les suena hasta que a la altura de un semáforo se me ocurre preguntar a un señor. Me pregunta si soy peregrino y entonces se presenta. Se llama Alfonso Ramos de Castro y es miembro de la Asociación del Camino de Santiago de Zamora. ¡Toma puntería!
Me dice que me espere en la cafetería que hay en frente. Vuelve a los pocos minutos y me entrega varios folletos con información del Camino a su paso por la provincia y me facilita su teléfono móvil por si tuviera algún problema. Charlamos en la terraza durante cerca de una hora y me explica el trabajo que hace la asociación para mantener el trazado histórico de la Via frente a los intereses de muchos alcaldes por desviar el Camino hacia sus respectivos pueblos.
Tras este interesante encuentro voy empujando la bici por una calle peatonal en dirección al casco histórico. La calle está atestada de gente con motivo de una “feria medieval” (dícese de esos mercadillos donde los vendedores van ataviados con ropajes de la época y cuyos productos parecen estar destinados más a los “señores feudales” que a los “siervos de la gleba” a juzgar por los precios). Menudo contraste después de un día sin ver apenas a nadie.


Fachada del albergue de Zamora



Me cuesta un buen rato superar la marabunta hasta que llego por fin al albergue. Otro alojamiento de lujo. Instalaciones nuevas y situado en pleno centro histórico de la ciudad. Por lo que me cuenta el matrimonio de hospitaleros franceses esa noche somos todos ciclistas pero se disculpan por tener que alojarme en una habitación para mí solo. Uno que es muy sacrificado..............

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