Lunes, 7 de Septiembre
A las ocho ya estoy plantado
frente al consultorio. Está abierto pero no veo a nadie a quién dirigirme.
Entra un hombre con un apósito bastante grande en la cara. Otra mordedura de
perro y ésta sí que es grave ya que precisará de cirugía así que no voy a quejarme. Nueva cura y paso a
la consulta del médico. Don José para los vecinos. Le muestro el parte de
guerra y me explica que las mordeduras son infecciosas, por lo que tengo que
tomar antibióticos durante diez días. Para subirme la moral me advierte que la
medicación puede provocarme debilidad y diarrea. Me recomienda que vigile la
herida ya que es corriente que note algo de inflamación. Pues qué bien. ¿Algo
más? Pues nada más salir de la consulta se pone a llover con fuerza y no parará
hasta tres horas después. Pues no me
queda otra que quedarme un día más ya que no es cuestión de ir con la herida
empapada.
Desayuno y subo a la habitación a
ver cómo mato el tiempo. Salgo al balconcillo a ver la lluvia y veo a una
pareja de ciclistas calados hasta los huesos. Bajo rápido y los encuentro
parados frente al bar del hostal. Por
los rasgos parecen extranjeros pero resulta que son más españoles que las
pesetas. Asturianos concretamente. Están haciendo también la Ruta de la Lana.
Empezaron en Almansa el sábado pero tuvieron que quedarse un día más en Alatoz
a consecuencia de una gastroenteritis. Gracias a ellos me entero de por qué no
recibí respuesta cuando llamé al teléfono de contacto en Alatoz. Resulta que
había fallecido un familiar del responsable de la asociación. Pues al menos se
me hace llevadera la mañana. Dos horas de charla de temática caminera. Les
facilito la información que dispongo sobre alojamientos hasta Burgos ya que
sólo tenían la perteneciente hasta
Cuenca.
A la una para de llover y los
acompaño durante la subida al castillo. Nos despedimos no sin antes animarme a
reencontrarnos más adelante ya que van a un ritmo muy pausado. Suena bien pero
cada vez lo veo menos claro.
Otra tarde deambulando como
alma en pena por el pueblo que ya tengo más que visitado. Curiosamente estuve
aquí de acampada hace veinte años y nunca hubiera imaginado que volvería en
bicicleta.
A la hora de la cena empiezo a
ver relámpagos más al norte. En poco más de media hora se planta la tormenta
aquí y cae el diluvio durante hora y media. Pues si los caminos estaban mojados
ahora ya ni te cuento. Tenía entendido que en el tramo de Cuenca hasta Burgos
había que recorrer muchos kilómetros por carretera, pero entre Almansa y Cuenca predominaban
más los caminos, atravesando grandes extensiones de pinares a partir de
Paracuellos de la Vega.
Por otro lado, cuando me
atendieron en Casas Ibañez pregunté por los pueblos que disponían de Centro de
Salud desde aquí hasta Cuenca y no me sonaba ninguno que pasara por la Ruta de
la Lana.
Tanto la meteorología como el
incidente perruno me obligan a desviarme de la ruta prevista. Seguir hacia
adelante por carreteras nacionales, perdiendo la oportunidad de atravesar esos
inmensos bosques, no me entusiasma. Hacer una ruta turística por centros de
salud no me parece muy divertido (aunque tendría su parte de originalidad ir
cuñando en cada uno de ellos…). Y he empezado a tomarme en serio las
advertencias de vigilar la herida porque efectivamente la pierna está inflamada
y no es cuestión de regresar con una pata de palo. Además, tengo que estar
pendiente del puñetero antibiótico cada ocho horas y no voy a poder tomarme una
mísera caña a gusto aunque sea a final del día. ¿Una excursión haciendo una especie de “Cuaresma”?. Menudo panorama.
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