domingo, 28 de octubre de 2012

DIA 3: MONTEALEGRE DEL CASTILLO-CHINCHILLA

Viernes, 7 de Septiembre

Hoy amanezco con una “deserción”. No encuentro por ningún lado la guía del camino. La última vez que recuerdo haberla consultado fue ayer en El Pulpillo por lo que deduzco que  se “arrojaría” a la cuneta….
De acuerdo que fue decisión mía no llevar GPS ni teléfono con conexión a internet, pero no poder consultar los mapas ni los teléfonos de contacto de los albergues ya me parece rizar el rizo. Será una prueba del apóstol……
Así que más ligero de equipaje (el libro pesaba lo suyo) salgo de Montealegre por carretera. Tras siete kilómetros se llega a la Higuera y a la salida de la población se abandona por fin el asfalto.



A la derecha de camino hay unas lagunas y al fondo se divisa una fila de aerogeneradores. La pista va ascendiendo de forma progresiva y el paisaje se va llenando de árboles.








La ascensión termina en la estación eólica y tras un breve descenso aparece una recta larguísima que lleva hasta Pétrola.

Recta interminable hacia Pétrola


Iglesia de Pétrola. El edificio de la izquierda es el albergue parroquial


En esta población me confirman que hoy empieza la Feria de Albacete y eso significa que la ciudad está a reventar por lo que encontrar alojamiento es misión imposible. No hay mal  que por bien no venga ya que en los meses previos no había logrado cuadrar las etapas a su paso por esta provincia. Pocas poblaciones, bastante alejadas unas de otras y sin garantía de alojamiento en alguna de ellas. O salían etapas muy largas o muy cortas. La Roda sí tiene albergue de peregrinos pero supone darse un paseo de 120 kilómetros por lo que me decido por la opción prudente (o más cómoda) de finalizar la jornada en Chinchilla, donde hay más oferta de alojamiento.
Una vez resuelta esta duda, y reduciéndose la etapa de hoy a poco más de 50 kilómetros, me relajo en el bar del pueblo tomando un bocadillo de panceta. Al poco entablo conversación con un joven maestro que se está planteando hacer el Camino Francés en bici al haberle concedido la administración manchega unas largas vacaciones (no le han renovado el contrato). Pues conferencia caminera que te crió.






A la salida de Pétrola se encuentran sus famosas lagunas saladas y poco después está la pedanía de Horna. Aquí paso de largo las flechas que hay a la izquierda  y continuo varios kilómetros por una carretera en descenso que golpe se transforma en una camino de cabras con pegotes de asfalto. Al principio voy confiado porque poco antes había visto a lo lejos Chinchilla pero conforme avanzo empiezo a sospechar que no voy en la dirección correcta.


Chinchilla en lontananza

Al final un agricultor me confirma que tengo que dar media vuelta y volver de nuevo a Horna, y con la gracia añadida de que tener que subir lo que había descendido con tanta alegría.
Tras reencontrar las flechas el camino se difumina en una pista arcillosa debiendo tomar como punto de referencia el tendido de alta tensión.




Cuando se acaba la arcilla se sigue una ancha pista agraria que desemboca en una carretera, y tras salvar las vías del tren y la autovia llego a Chinchilla.





 Me alojo en un hostal junto a la carretera nacional. Me facilitan un pequeño garaje donde guardar la bici y pido una habitación con baño para así poder hacer la colada. Las instalaciones están bien pero el marco de la puerta me llama la atención. Tiene marcas de haber sido forzada. Cuento una decena de muescas. Por la noche el encargado del hostal me confirma que las marcas son de “cerrajeros de lo ajeno”……….



viernes, 26 de octubre de 2012

DIA 2: ELDA-MONTEALEGRE DEL CASTILLO

Jueves, 6 de Septiembre


Esta mañana, entre pitos y flautas, he comenzado la jornada pasadas las diez. Cuando ya tenía preparado el equipaje me despido del recepcionista y, oh casualidad, era peregrino. Así que a disertar sobre el camino durante casi una hora.
Cuando por fin me pongo en marcha me doy cuenta de que me he dejado el casco en la entrada del hotel, por lo que me toca regresar a toda velocidad. Afortunadamente lo recupero y parece que nadie se ha dado cuenta del descuido por lo que me ahorro el bochorno.
Para salir de Elda hay que coronar el Alto de la Torreta. No es muy largo pero subirlo en frío no me hace mucha gracia.

Vista de Sax desde el alto de la Torreta


Una vez arriba, y siguiendo el consejo del recepcionista-peregrino, sigo las indicaciones del camino que hay a la derecha de la carretera y que se supone que te conduce a Sax en un agradable paseo junto al río.
Tras descender hasta el cauce me encuentro con que la vegetación ribereña difumina el camino hasta hacerlo desaparecer y acabo bloqueado. No puedo ir hacia delante al no haber previsto la utilidad de un machete para esta contingencia y para recular tengo que negociar con un grupo de perros de las fincas vecinas que no parecen muy contentos con mi presencia.


Por aquí se supone que continuaba el camino.......


Así que empiezo la jornada igual que la terminé ayer. Desandando lo andado y regresando de nuevo a la carretera. Y empiezan a entrarme las prisas ya que tengo cita en Villena.
Cruzo Sax sin detenerme y a la salida tomo la carreterilla que lleva a la Colonia de Santa Eulalia, una colonia agrícola construída a finales del siglo XIX y que disponía de fábricas de harina y alcohol, así como de economato, casino, hospedería, además de las viviendas de los operarios.
Hoy en día se encuentra prácticamente abandonada, salvo algunas viviendas, pero tiene su encanto contemplar esos edificios centenarios en total silencio.



Colonia de Santa Eulalia


Ermita de Santa Eulalia


Tras mi momento contemplativo sigo la señalización del camino que conduce a Villena. Cuando entro en la población y localizo la calle que lleva al centro observo que el suelo está lleno de confetti. Vale que estuviera anunciada mi llegada pero el recibimiento me pareció excesivo………………
Lo cierto es que son las fiestas de moros y cristianos y acababa de celebrarse un desfile.
La Avenida de la Constitución está llena de gente así que me veo obligado a bajarme de la bici e ir esquivando al gentío hasta que encuentro la oficina donde trabaja mi buen amigo Javi, con el que compartí cinco días en el Camino Francés el año pasado.
Llego justo en el momento en que acaba su jornada laboral, las doce y media, más reducida con motivo de las fiestas.
Con todo el desparrame festivo nos cuesta encontrar un lugar donde almorzar. Tras encontrar por fin una terraza donde dejar la burra a la vista se me acerca un hombre ataviado con sus mejores galas de moro al que le ha llamado la atención el que vaya cargado y sospecha donde me dirijo. Resulta que en agosto había hecho el Camino Francés desde Roncesvalles con sus dos hijos. A este paso las autoridades acabarán decretando una alerta sanitaria ante la propagación del virus bicigrino…………



Restos de calzada romana de camino a Villena

Villena


Tras hora y media departiendo de lo divino y lo humano me despido de mi amigo y me alejo del jolgorio villenero por una Via Verde en dirección a Yecla.
Cuando llevo unos seis kilómetros me desvío para visitar el Santuario de Las Virtudes, situado en la pedanía del mismo nombre. Son las dos y media y el poblado parecía el plató de una película postapocalíptica. Sólo falta el típico matorral rodando en medio de la calle. Afortunadamente el propietario de un bar tuvo la precaución de dejar enchufada la máquina expendedora de bebidas.
Me quedo un rato más reponiendo energías y esperando que afloje un poco la solanera, que a esas horas ya aprieta de lo lindo.


Via Verde a la salida de Villena

Santuario de Las Virtudes


El día me está “cundiendo”. Son las tres de la tarde y todavía no he hecho ni 30 kilómetros y todavía me faltan unos 50 hasta el final de etapa programado.
Esa tarde iba a descubrir por mí mismo, aunque algo había leído al respecto, las dos constantes de esta ruta a su paso por la meseta: la soledad y la distancia entre poblaciones.
Hasta Yecla el camino es una sucesión de rectas, mucho polvo y poca sombra, pero sin posibilidad de pérdida. Los últimos kilómetros transcurren a espaldas de un interminable y poco atractivo polígono industrial, esquivando escombros y desechos varios.





Llegando a Yecla

Paro en la gasolinera que hay justo a la entrada de la ciudad y, tras comprarme algo de “merienda”, me dispongo a degustarlo en un parque que hay justo enfrente, mientras me voy mentalizándome para continuar hasta Montealegre del Castillo. ¿Que qué tiene de especial ese pueblo? Pues que para mí supone mi particular Rubicón, mi punto de no retorno.
Tras una rápida visita por el centro de Yecla pongo rumbo a Montealegre. Para evitar despistes y que se me hagan las tantas como ayer opto por seguir por carretera, aunque observé que una parte del camino va paralela a ella.
A la altura de El Pulpillo (enclave que,  siendo generoso, podemos decir que son cuatro casas) considero oportuno llamar a los teléfonos de contacto que disponía de Montealegre  para anunciar mi próxima llegada. El primer interlocutor está de vacaciones. Llamó al segundo y no se encuentra en ese momento en el pueblo pero me proporciona un tercer teléfono, de otro concejal, que me confirma la disponibilidad del albergue municipal.
Me faltan sólo 10 kilómetros para finalizar la jornada pero se convierten en un suplicio. El trasero empieza de enviarme mensajes nada subliminales acerca de si esto de estar encima de la bici más de cinco horas va a ser todos los días……………





Tras llegar a duras penas a Montealegre me dirijo al Ayuntamiento, donde me espera el concejal de juventud (no es Enrique Pastor). Ficho en el libro de peregrinos y me acompaña hasta el albergue.
Es una casa rehabilitada que se encuentra en la parte baja del pueblo. Dos habitaciones con literas, cuarto de baño con ducha y un pequeño lavadero, donde hago la primera colada de emergencia de la temporada.  Todo para mí solo. Y gratuito.
Como cosa curiosa, cuando abrí el cajón de una mesilla junto a la litera me encontré una bolsa llena de hierba. ¿Mira que si lo encuentran tras mi marcha y piensas que es mía? ¡Y tienen mis datos! Me quedé más tranquilo cuando le día la vuelta a la bolsa y tenía la etiqueta de un herbolario. Creo que estaba indicado para darse friega en los pies.





Tendedero improvisado


martes, 23 de octubre de 2012

DIA 1: SANTA POLA-ELDA

Miércoles, 5 de Septiembre
Cuando en septiembre del año pasado regresé de Santiago ya sentía la necesidad de volver al Camino y empecé a plantearme que por qué no empezar desde la puerta de casa.
Así que con la ilusión de salir desde mi pueblo y con la incertidumbre de desconocer donde estaba  mi punto de no retorno, el miércoles 5 de Septiembre, a una hora tan poco peregrina como las doce del mediodía, inicié mi Camino del Sureste tras un largo año de espera y con dos días de retraso sobre lo previsto.


Los primeros kilómetros transcurren por pedanías rurales de Elche (Perleta, Maitino, Jubailcoi y Les Salades), con un paisaje agrícola pero nada bucólico, ya que hay que cruzar varias carreteras locales, amén de una nacional, una vía rápida de doble carril que une Elche y Alicante, y finalizando con dos autovías (la A-7 y la A-31).
Lo cierto es que a los diez kilómetros casi se me acaba la aventura cuando salió a mi encuentro un “simpático” rottweiler sin bozal que me obligó a emular a Mark Cavendish durante 200 metros.







Restos de acueducto romano


Tras casi  30 kilómetros de asfalto y más tráfico de lo deseable llegué a Casas de Alenda, una urbanización con campo de golf situada junto a la autovía de Madrid y que es mi último punto de referencia antes de llegar a Orito. Como son ya más de las dos y el sol empieza a apretar, decido hacer mi primera parada junto a un supermercado de la urbanización y comprar un par de refrescos para acompañar la comida que llevaba.
El refrigerio transcurre ante las miradas de curiosidad y desconfianza de los vecinos que regresan a sus casas en coches de gama alta o a pie arrastrando el carro con los palos de golf. Igual pensaban que  iba a acampar allí…………..

Una vez reanudada la marcha consigo encontrar una senda donde ya se divisa la ermita al fondo, mientras hacia al este todavía se puede contemplar el mar.



Ermita de San Pascual al fondo


Una de las últimas vistas del mar



El camino finalmente desemboca en un tramo de carretera muy empinada pero ya a escasos metros del monumento al Camino de Santiago y Santuario de San Pascual Bailón.








Para proseguir camino hay que descender por la misma carretera en dirección a la aldea de Orito y ya empiezo a encontrar flechas amarillas y otras señales indicativas, por lo que en poco tiempo llego a Monforte del Cid y a Novelda, donde aprovecho para cargar agua y repasar en la guía el tramo hasta Elda, que no lo tenía del todo claro.





Reloj de sol en la Plaza de España (Novelda)


Monumento de Jorge Juan



Salgo de Novelda y llego al cauce del río Vinalopó sin gran dificultad pero a partir de aquí empiezo a echar en falta un GPS. Hay señalización, aunque no sea tan profusa como en el Camino Francés, si bien no vendría del todo mal que repintaran las marcas. Si a esto se le suma que a servidor le falla el comodín del cincuenta por ciento (que el camino va a la derecha del río pues tomo el de la izquierda, y viceversa), pues ya tenemos el lío.



Santuario de La Magdalena


Camino a ninguna parte

Ya queda menos............

Me voy orientando más o menos hasta que paso por debajo de un puente metálico pintado de azul (Pont de la Jaud) pero, pasado este punto, continuo recto cuando debería haber cruzado al otro lado del río, ya que veo a la izquierda un paseo junto a un polígono industrial que anuncia la cercanía de Elda pero no veo por donde cruzar. El camino que sigo va en ascenso y acabo sorteando bancales de olivo hasta que me topo con una valla que condena la senda.
Ahí me quedo con cara de tonto, viendo la ciudad pero sin saber cómo llegar a ella. Hay unos chalés cerca pero dudo en “allanar” uno de ellos no vaya a ser que me reciba algún perro con pocas ganas de recibir visitas. Cuando me doy media vuelta aparece un propietario que se apiada de mí y me indica cómo salir de esa partida rural, de nombre La Jaud. Una vez localizada la carreterilla que parece que me lleva en la buena dirección me encuentro con que no tengo acceso a la carretera al estar vallada.
Me paro a comer algo y de paso a contar hasta cien, aunque me entra la risa de pensar que estoy perdido a poco más de una hora de coche de mi casa.
Finalmente un ciclista me indica la manera de salvar la carretera y llegar a Elda. Son ya las siete y media pasadas, y aunque en principio quería haber llegado a Sax, decido que es hora de parar por hoy.
Me alojo en un hotel céntrico, el Santa Ana, junto a la iglesia del mismo nombre, muy sencillito y con una habitación minúscula. Vamos, que no había mucha diferencia con una litera de albergue, salvo por el precio. Pero eso es lo que tocaba hoy.
Huelga decir que no me he encontrado con ningún peregrino en toda la jornada...............