Domingo, 6 de Septiembre
Me dormí con el sonido de la
lluvia y me despierto con la misma música de fondo. Remoloneo todo lo que puedo
y pasadas las nueve deja de llover. Maliciándome cómo deben de estar los
caminos decido ir por asfalto. Aunque la carretera tiende a subir avanzo a buen
ritmo. Poco tráfico, bonito paisaje y las nubes se van disipando. Igual hasta
me cunde el día….
No llevaría ni diez kilómetros
cuando veo unas flechas a la izquierda de la carretera que conducen a la
entrada de una finca flanqueada por chopos y que desemboca en la Fuente del
Piojo, justo antes de llegar al pueblo de Las Fuentes. Por lo que había leído
en otros blogs de bicigrinos también se puede acceder a la fuente por carretera
pero con el riesgo de pasarte de largo al encontrarse por debajo del nivel de
ésta. Es poco más de un kilómetro por camino así que, por muy embarrado que pueda
estar, no me llevará mucho tiempo.
Al final de esta entrada arbolada se llega a
una casa de campo y el camino gira a la derecha. Justo en este punto salen de
la casa dos perros de tamaño medio y me escoltan unos metros a ladrido limpio. Sale el propietario y llama a los perros pero hasta
el tercer grito no se calman. Me tranquiliza diciéndome que “no hacen nada”. De
todos modos tampoco me había sentido intimidado ya que no tienen aspecto de
peligrosos y es normal que quieran defender su territorio de presencias
extrañas. Me paro y charlo un par de minutos con el hombre. Me despido, pongo
el pie en el pedal, el perro de mi derecha se abalanza sobre mí, noto un
pellizco y me sale un “ay” de lo más natural….. Al principio pienso que me ha
arañado con las garras pero no. La muy
hija de perra me acaba de clavar los dos colmillos superiores un poco más
arriba del tobillo. Para que te fíes.
El hombre me pide mil disculpas y
me acompaña hasta una casa-molino que hay un poco más adelante. Me lavo las
heridas con agua y jabón ya que no tiene otra cosa con que desinfectar.
Aprovecho para recibir las últimas indicaciones para localizar la fuente de
marras y me dispongo a arrancar de nuevo. Me despido, vuelvo a poner el pie en
el pedal y otra vez la perraca me vuelve a saltar. Esta vez sólo ha habido
arañazo. El propietario ya no sabe dónde meterse. No entiende la reacción del
animalico cuando suele jugar con niños sin ningún tipo de incidencia. Yo, por
si acaso, me voy pitando. Me largo del tramo maldito sin darle muchas vueltas
al asunto. Una anécdota más.
El camino gira a la derecha en
dirección a un muro de piedra y ya veo la famosa Fuente del Piojo justo arriba.
Al llegar al muro hay que girar a la derecha saliendo a la carretera. Yo
intenté acceder por izquierda y me puse fino de barro en un sembrado. La verdad
es que el lugar es ideal para descansar y reponer fuerzas. El agua está fresca
y buenísima. Aprovecho para tomarme dos “bombas” de chocolate que había
comprado en una panadería a la salida de Alpera. Durante un rato me olvidé del incidente
canino hasta que me fijo que tengo algo de sangre, no mucha, y me planteo parar en el siguiente pueblo para desinfectarme los “agujerillos” recién
adquiridos como es debido.
Pues a seguir por carretera hasta
Alatoz. Algún que otro tramo de subida a partir de Las Fuentes y luego un largo descenso hasta un cruce con
una gasolinera. Tonto de mí, no reparo en que la CM-3201 va directa hacia
Alcalá del Júcar sin pasar por Alatoz. Cuando caigo en la cuenta llevo un
kilómetro cuesto abajo así que prefiero continuar. Recibo una llamada
imprevista de la “autoridad competente” y en un ataque de sinceridad se me
ocurre contar la batallita perruna como el que no quiere la cosa. Maldita la
hora. Me cae la del pulpo vía telefónica. Mi interlocutora trabajó en otros
tiempos con estos simpáticos animales y conoce algo del asunto. Me aconseja que
vaya lo antes posible al médico ya que me arriesgo a que se me infecte la
herida y probablemente tenga que vacunarme. Me parece un poco exagerado pero me
comprometo a revisarme la avería en la próxima población. Siendo Alcalá del
Júcar un pueblo turístico presumo que habrá centro de salud. Aligero el paso y
sobre la una ya tengo a la vista este bonito pueblo incrustado en la Hoz del
Júcar.
Alcalá del Júcar |
Nada más avistar las primeras
casas tomo la calle que desemboca en el puente romano. En esa calle se
encuentra la farmacia y un edificio donde está el consultorio médico, la Guardia Civil y
Protección Civil. Menuda puntería si no fuera porque es domingo. Todo cerrado.
Le pregunto a un vecino del pueblo por la Policía Municipal, con la idea de que
tendrían algo de material sanitario, pero resulta que no hay municipales en el
pueblo. Si quiero algún servicio tengo que desplazarme hasta Casas Ibañez,
catorce kilómetros más adelante y teniendo que remontar la hoz como aperitivo.
Hora y media, si no más. No me duelen las heridas pero hace ya casi tres horas
desde el “mos”(bocado) y no es cuestión de demorar más la cosa. La verdad es
que me preocupan más las llamadas de verificación de la “autoridad”,
ja,ja,ja,ja.
Pues nada. Entro en el hostal que
hay en la misma calle y pregunto si hay
algún taxista en el pueblo. Me facilitan el número de uno pero está haciendo un
servicio y va a tardar bastante en liberarse. Se lo comento de nuevo al
camarero del hostal y me advierte que la persiana de la farmacia está
entreabierta. Me asomo pero no veo a nadie. Monto guardia un rato y finalmente me animo a aporrear el
cristal. Se asoma una persona, me abre con un comprensible gesto de “a ver qué
quiere éste” y le explico la película. Me vende el agua oxigenada, betadine y
gasas para una cura de urgencia pero me aconseja que pase por un centro de salud.
Hace una llamada y me consigue el teléfono de otro taxista. A los quince minutos
ya está a la puerta.
En el Centro de Salud de Casas
Ibañez me atienden enseguida. Ya se sabe que los domingos y festivos la gente
no suele enfermar. Limpieza de herida, vendaje y vacuna antitetánica de premio.
Con lo que me gustan las agujas. La ATS me informa de que me ha puesto una
pomada con antibiótico pero que mañana debo de pasar consulta con el médico.
Pues al final tenía razón mi interlocutora.
Regreso a Alcalá del Júcar
pasadas las tres de la tarde y me dirijo al hostal a comer después de tanto
trajín de batas blancas. Ya había
reservado una habitación para guardar los trastos y la bici y decido hacer
noche aquí para mañana ir a primera hora al consultorio médico que está justo
al lado. Y yo que pensaba que me iba a cundir el día….
Tarde de relax forzoso. Por la
tarde aprovecho para visitar el pueblo. Me cruzo con un coche y empieza a
pitar. ¿Quién me conocerá por aquí? Era el farmacéutico interesándose por mi
estado. Por cierto. Es paisano, de Novelda.
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