lunes, 12 de octubre de 2015

DIA 4: ALPERA-ALCALÁ DEL JÚCAR

Domingo, 6  de Septiembre

Me dormí con el sonido de la lluvia y me despierto con la misma música de fondo. Remoloneo todo lo que puedo y pasadas las nueve deja de llover. Maliciándome cómo deben de estar los caminos decido ir por asfalto. Aunque la carretera tiende a subir avanzo a buen ritmo. Poco tráfico, bonito paisaje y las nubes se van disipando. Igual hasta me cunde el día….
No llevaría ni diez kilómetros cuando veo unas flechas a la izquierda de la carretera que conducen a la entrada de una finca flanqueada por chopos y que desemboca en la Fuente del Piojo, justo antes de llegar al pueblo de Las Fuentes. Por lo que había leído en otros blogs de bicigrinos también se puede acceder a la fuente por carretera pero con el riesgo de pasarte de largo al encontrarse por debajo del nivel de ésta. Es poco más de un kilómetro por camino así que, por muy embarrado que pueda estar, no me llevará mucho tiempo.




Al final de esta entrada arbolada se llega a una casa de campo y el camino gira a la derecha. Justo en este punto salen de la casa dos perros de tamaño medio y me escoltan unos metros a ladrido limpio. Sale el propietario y llama a los perros pero hasta el tercer grito no se calman. Me tranquiliza diciéndome que “no hacen nada”. De todos modos tampoco me había sentido intimidado ya que no tienen aspecto de peligrosos y es normal que quieran defender su territorio de presencias extrañas. Me paro y charlo un par de minutos con el hombre. Me despido, pongo el pie en el pedal, el perro de mi derecha se abalanza sobre mí, noto un pellizco y me sale un “ay” de lo más natural….. Al principio pienso que me ha arañado con las garras pero no.  La muy hija de perra me acaba de clavar los dos colmillos superiores un poco más arriba del tobillo. Para que te fíes.
El hombre me pide mil disculpas y me acompaña hasta una casa-molino que hay un poco más adelante. Me lavo las heridas con agua y jabón ya que no tiene otra cosa con que desinfectar. Aprovecho para recibir las últimas indicaciones para localizar la fuente de marras y me dispongo a arrancar de nuevo. Me despido, vuelvo a poner el pie en el pedal y otra vez la perraca me vuelve a saltar. Esta vez sólo ha habido arañazo. El propietario ya no sabe dónde meterse. No entiende la reacción del animalico cuando suele jugar con niños sin ningún tipo de incidencia. Yo, por si acaso, me voy pitando. Me largo del tramo maldito sin darle muchas vueltas al asunto. Una anécdota más.
El camino gira a la derecha en dirección a un muro de piedra y ya veo la famosa Fuente del Piojo justo arriba. Al llegar al muro hay que girar a la derecha saliendo a la carretera. Yo intenté acceder por izquierda y me puse fino de barro en un sembrado. La verdad es que el lugar es ideal para descansar y reponer fuerzas. El agua está fresca y buenísima. Aprovecho para tomarme dos “bombas” de chocolate que había comprado en una panadería a la salida de Alpera. Durante un rato me olvidé del incidente canino hasta que me fijo que tengo algo de sangre, no mucha, y me planteo parar en el siguiente pueblo para desinfectarme los “agujerillos” recién adquiridos como es debido.




Pues a seguir por carretera hasta Alatoz. Algún que otro tramo de subida a partir de Las Fuentes y  luego un largo descenso hasta un cruce con una gasolinera. Tonto de mí, no reparo en que la CM-3201 va directa hacia Alcalá del Júcar sin pasar por Alatoz. Cuando caigo en la cuenta llevo un kilómetro cuesto abajo así que prefiero continuar. Recibo una llamada imprevista de la “autoridad competente” y en un ataque de sinceridad se me ocurre contar la batallita perruna como el que no quiere la cosa. Maldita la hora. Me cae la del pulpo vía telefónica. Mi interlocutora trabajó en otros tiempos con estos simpáticos animales y conoce algo del asunto. Me aconseja que vaya lo antes posible al médico ya que me arriesgo a que se me infecte la herida y probablemente tenga que vacunarme. Me parece un poco exagerado pero me comprometo a revisarme la avería en la próxima población. Siendo Alcalá del Júcar un pueblo turístico presumo que habrá centro de salud. Aligero el paso y sobre la una ya tengo a la vista este bonito pueblo incrustado en la Hoz del Júcar.

Alcalá del Júcar

Nada más avistar las primeras casas tomo la calle que desemboca en el puente romano. En esa calle se encuentra la farmacia y un edificio donde  está el consultorio médico, la Guardia Civil y Protección Civil. Menuda puntería si no fuera porque es domingo. Todo cerrado. Le pregunto a un vecino del pueblo por la Policía Municipal, con la idea de que tendrían algo de material sanitario, pero resulta que no hay municipales en el pueblo. Si quiero algún servicio tengo que desplazarme hasta Casas Ibañez, catorce kilómetros más adelante y teniendo que remontar la hoz como aperitivo. Hora y media, si no más. No me duelen las heridas pero hace ya casi tres horas desde el “mos”(bocado) y no es cuestión de demorar más la cosa. La verdad es que me preocupan más las llamadas de verificación de la “autoridad”, ja,ja,ja,ja.
Pues nada. Entro en el hostal que hay en la misma calle y  pregunto si hay algún taxista en el pueblo. Me facilitan el número de uno pero está haciendo un servicio y va a tardar bastante en liberarse. Se lo comento de nuevo al camarero del hostal y me advierte que la persiana de la farmacia está entreabierta. Me asomo pero no veo a nadie. Monto guardia  un rato y finalmente me animo a aporrear el cristal. Se asoma una persona, me abre con un comprensible gesto de “a ver qué quiere éste” y le explico la película. Me vende el agua oxigenada, betadine y gasas para una cura de urgencia pero me aconseja que pase por un centro de salud. Hace una llamada y me consigue el teléfono de otro taxista. A los quince minutos ya está a la puerta.
En el Centro de Salud de Casas Ibañez me atienden enseguida. Ya se sabe que los domingos y festivos la gente no suele enfermar. Limpieza de herida, vendaje y vacuna antitetánica de premio. Con lo que me gustan las agujas. La ATS me informa de que me ha puesto una pomada con antibiótico pero que mañana debo de pasar consulta con el médico. Pues al final tenía razón mi interlocutora.
Regreso a Alcalá del Júcar pasadas las tres de la tarde y me dirijo al hostal a comer después de tanto trajín de batas blancas.  Ya había reservado una habitación para guardar los trastos y la bici y decido hacer noche aquí para mañana ir a primera hora al consultorio médico que está justo al lado. Y yo que pensaba que me iba a cundir el día…. 
Tarde de relax forzoso. Por la tarde aprovecho para visitar el pueblo. Me cruzo con un coche y empieza a pitar. ¿Quién me conocerá por aquí? Era el farmacéutico interesándose por mi estado. Por cierto. Es paisano, de Novelda.






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