DIA 11: LA
CORUÑA-MALPICA DE BERGANTIÑOS
Domingo, 14 de
Septiembre
He de reconocer que el día de
descanso me vino de perlas. No tanto por el aspecto físico (tampoco es que me
haya esforzado mucho a excepción de la etapa de La Robla) sino por lo anímico,
factor tan importante como el otro. Y hoy estoy impaciente por empezar el día.
A las seis ya me he caído de la cama y a las siete ya tengo instaladas las
alforjas en el transportín. Pero como dice el dicho, no por mucho madrugar
amanece más temprano y a esa hora todavía es noche cerrada. Por estos pagos no
empieza a clarear hasta las ocho. Me
quedo a la entrada del hotel haciendo tiempo mientras observo la procesión de
veinteañeros que van de retiro.
Salgo de La Coruña por la Avenida
Finisterre, y cómo no, con los dos primeros kilómetros en subida. A las ocho y
media llego a Pastoriza y busco el
hotel donde se han alojado los amiguetes. Está un poco escondido pero bien
señalizado. Ahí veo a Jean Baptiste reparando un pinchazo. Ha pasado casi un
año desde que nos vimos por última vez pero nos saludamos como si fuera ayer.
Una vez reencontrados toca
enterarme de cuál es la ruta a seguir. Jean Baptiste me comenta que sigue un
básico mapa de carreteras, buscando las poblaciones costeras y todo por
asfalto. No hay problema. Ya me lo he planteado como unas vacaciones dentro de
las vacaciones. Ellos marcan el ritmo, las paradas y cuándo finaliza la etapa.
Hoy toca etapa típicamente
gallega: perfil rompepiernas y chubascos ocasionales. Pasado Arteixo nos desvíamos por una carreterilla
hacia la costa, dirección Caion.
Nada más divisar el mar nuestra
ruta concide con una romería , la de la Virgen de los Milagros. Los miembros de
la organización nos confunden con romeros y nos obsequian a cada uno con una
botella de agua y una manzana.
Un bonito recorrido hasta llegar
a la altura de Caion, donde nos encontramos como muchísima gente a ambos lados
de la carretera y a algunos empiezan a animarnos. Por un momento parecemos
ciclistas en una etapa del Tour.
Tras nuestro efímero momento de
gloria perdemos de vista el mar y nos adentramos hasta Carballedo. Nos
dirigimos hacia el pueblo guiados por un irresistible olor de carne a la brasa.
Localizamos el restaurante que emite tan delicioso aroma pero está todo
reservado, por lo que toca consolarnos
en un bar con unas tapas de callos que a esas horas nos sabe también a gloria.
Retomada la marcha la orografía
nos da una tregua y llegamos prácticamente llaneando hasta Malpica de Bergantiños, donde los amigos franceses dan por
finalizada le etapa.
DIA 12: MALPICA DE
BERGANTIÑOS-PONTE DO PORTO
Ayer finalizamos la etapa con unos relajantes últimos
kilómetros en descenso por lo que esta mañana hay que quemar el desayuno para
abandonar el pueblo. Jornada en la que
solo hay que destacar un pasacalles de
gaiteiros en Ponteceso y una opípara
comida en las afueras de Laxe.
Jean Baptiste se encuentra hoy bastante fatigado y al llegar
a Ponte do Porto propone parar en el
primer alojamiento que encuentre. Me comenta que desde que empezaron hace ya
más de dos semanas en Irún ha perdido diez kilos. Me parece una decisión
prudente. Consulto en el teléfono y encuentro una pensión a un kilómetro en
dirección a Camariñas. Tras llamar varias veces a la puerta abre una señora con
cierta desconfianza. Pensaba que éramos unos italianos que habían reservado. La
saco del error y se disculpa diciéndome que sólo nos puede ofrecer unas
habitaciones, adaptadas para minusválidos,
anexas al edificio ya que tiene la pensión completa.
Pues las habitaciones anexas resultan ser dos apartamentos
contiguos con unas camas y cuarto de baño propios de una suite de hotel. Vamos.
Que ni a cosa hecha. Ducha, lavado de
ropa y siestorro. Esa noche, dado la lejanía
del pueblo, optamos por hacer compra en un supermercado y organizarnos una
cena- picnic casera. No sería la mejor cena pero la compañía es inmejorable.
DIA 13: PONTE DO
PORTO-FISTERRA
Ya tengo experiencia en que una buena habitación no equivale
a un mejor descanso. El motivo de la noche movidita fue un grupo de mosquitos
que decidieron organizar un simposium en mis aposentos. Hasta las tres de la
mañana no conseguí completar la caza de los “congresistas”….
A pesar de dormir poco y de las donaciones forzosas de
sangre, me levanto con ganas de empezar la jornada cuanto antes. Este año me
ilusionaba llegar a Finisterre y hoy es el día.
Avanzamos rápido y la única renuncia es no visitar Muxia.
Henri tiene compromisos en su país y las fechas se le echan encima. Bueno. Ya
tengo excusa para volver por estos lares. Y como ya he comentado, es su viaje. Recorrido por buena carretera, descenso desde Cee hasta Corcubión, y
desde esta última población un par de subidas graciosas hasta llegar a Fisterra, que nos recibe con una
ventolera considerable.
Jarra de cerveza y un par de raciones de mejillones para
celebrar nuestra llegada. Pregunto a un policía por un albergue y me recomienda
el “Ara Solis”. Buenas instalaciones y mejor trato por parte del encargado.
Decidimos instalarnos primero y luego subir hasta el faro sin equipaje. Mejor
así porque la ascensión nos coincidió con lluvia y muchísimo viento. Lo curioso
es que una vez alcanzado el famoso mojón del kilómetro cero el viento cesó. Lo cierto es que el lugar merece le pena.
DIA 14:
FISTERRA-MUROS
Desde la Antigüedad se habla de la tierra, el fuego, el aire
y el agua como los cuatro elementos de la Naturaleza. Hasta la fecha en mis
viajes tenía asegurada la tierra, por motivos obvios, y el fuego, dada las
fechas en las que vagabundeo.
La previsión meteorológica daba para hoy viento del suroeste
y el hecho de que viajemos en dirección sur nos garantizó un intensa
experiencia del “elemento aire” en sus versiones frontal y de costado durante
toda la jornada, a añadir el
habitual rompepiernas de la orografía gallega.
Aquella tarde, paseando por el puerto de Muros pude observar in situ un caso
práctico de borrasca que entra por el Atlántico. Kilómetros y más kilómetros de
nubes adentrándose hacia el interior. Mañana promete ser un día divertido.
DIA 15:
MUROS-SANTIAGO DE COMPOSTELA
Anoche me acosté con el tintineo de las gotas de lluvia
golpeando el techo de uralita que cubre el patio interior del edificio. Como
sigue siendo tradición, la última noche en el camino me cuesta conciliar el
sueño y quedo en un estado de duermevela que me permite escuchar la lluvia
constante con sus distintas cadencias. Pienso que mejor que descarguen las
nubes durante la noche y así mañana tener un día apacible.
Al despertar ya no llueve aunque al bajar al bar a desayunar
el propietario está maldiciendo en gallego al encontrarse la cocina inundada.
Por lo visto el agua se ha filtrado por la tubería que extrae los humos. Pues
parece que sí ha llovido.
Cuando salimos al exterior el cielo está encapotado y negro.
Creo que hoy tenemos todas las papeletas para mojarnos. Y así fue. Iniciamos la
marcha sobre las ocho y a los cinco minutos empezó a llover….y ya no paró en todo el día. Una lluvia constante
que cada quince o veinte minutos arreciaba dándome la impresión de que alguien
me estaba vertiendo una regadera a traición.
Poco antes de llegar a Noia
pierdo el contacto con mis
compañeros. Necesito parar para abrigarme porque me estoy enfriando. Quedamos
en vernos más adelante. Dispongo de un
cortavientos hidrófugo pero….. no impermeable,
por lo que acabo totalmente empapado.
Previsor que es uno. Entro en un
bar para tomar algo caliente y de paso almorzar. Me apoyo en la barra y a los
pocos minutos me siento como un ectoplasma al observar el charco que he dejado
a mí alrededor. Me disculpo ante el camarero por la “escampá” y prosigo la marcha.
Al poco tiempo me
desvío hacia el interior, dirección Santiago. De los únicos pueblos que
recuerdo desde este punto está el de San
Xusto, al que se llega después de una interminable subida. Cada pocos
kilómetros me veo obligado a refugiarme en las marquesinas de las paradas de
autobús hasta que en la enésima parada, trascurridos unos minutos, miro hacia abajo y veo que el agua me llega
hasta los tobillos y no me había dado cuenta. Estoy tan empapado que ya no nota la
diferencia, ja,ja,ja.
Llegados a este punto decido que no merece la pena seguir
protegiéndose de lo inevitable. Todavía hago una parada más para tomar un café
y me dan noticias de mis compañeros, que también han recalado allí hace un rato. Me dirijo al
aseo y no me explico cómo puedo eliminar tanto líquido tras haber ingerido tan
poca agua. Aunque pensándolo bien hoy la hidratación está siendo por vía
cutánea. Para rematar la visita veo que he dejado el baño todo perdido de agua.
Espero que la propietaria lo entienda porque servidor apuntó en la dirección
debida. Bueno. Un empujón más y ya estoy a la entrada de Santiago. Al ser no el
acceso habitual de los peregrinos tengo que ir preguntando a los viandantes para
encontrar el casco histórico. Al llegar a la plaza del Obradoiro me refugio en
los soportales que hay frente a la catedral. Tengo las manos arrugadas como
pasas pero satisfecho de haber llegado a pesar de las inclemencias del tiempo.
Por cierto, que el apóstol tiene la “oficina” en obras….
Los amiguetes me han reservado una cama en el apartamento
donde suelen alojarse así que ese trabajo que me ahorro. La ducha suele ser un
placer tras finalizar la etapa pero hoy, sin que sirva de precedente, la tomo
con el entusiasmo justo. Después de 66 kilómetros bajo la lluvia lo último que
me apetecía era ponerme a remojo.
Tras el aseo y mandar a lavar la ropa, todavía tengo que
gestionar la repatriación de la bici y buscar un lugar donde imprimir la tarjeta
de embarque para la vuelta de mañana, por lo que no tengo tiempo de ir a
recoger la Compostela. Nada grave. Lo importante son las vivencias de estos
catorce días y no llevarte a casa un trozo de papel.
Una buena cena de despedida , último paseo por la catedral
con la música de fondo de la tuna y a la cama, que mañana toca madrugar para el
viaje de vuelta. Ahora a pensar en la ruta del año próximo.